Si echamos la vista atrás y analizamos cada detalle del pasado, ¿hemos avanzado como sociedad? La respuesta es muy clara. Rotundamente sí. Si bien es cierto que no hace falta irse muy lejos y que tan solo fue hace 30 años cuando fue instalado el primer contenedor de vidrio en España, gracias a eso el resto de comunidades y municipios españoles decidieron sumarse a dicha actividad y aportar su «granito de arena».
Una actividad que, sin duda alguna, ha cambiado la sociedad en la que vivimos y que seguramente en ese momento no seríamos conscientes de lo que provocaría: un país concienciado del cuidado medioambiental. Años atrás era impensable ver en los supermercados productos higiénicos con etiquetas ecológicas o la separación, en diferentes colores y contenedores, de los objetos o alimentos desechados. Pero poco a poco se va consiguiendo.
El reciclaje conlleva una gran implicación, sobre todo por parte de todas las familias, quienes en su vida cotidiana deben educar a los más pequeños sobre la necesidad de un mundo más sostenible y ecológico, prestando atención al cumplimiento de las tres erres: reciclar, reutilizar y reducir. Con tan solo la compra de productos ecológicos, la separación de la basura en distintos contenedores o la concienciación de no ensuciar espacios naturales con objetos o bolsas de plástico, el cumplimiento de alguna de estas cosas, supone una gran ayuda para el cuidado del medioambiente.
Aunque, ¿basta solo con esto? Por supuesto que no, todavía queda bastante camino para lograr un futuro mejor. Una de las técnicas más comunes para lograrlo es el reciclaje. Consiste en recoger todos los materiales ya utilizados y transformarlos en productos nuevos dándoles un nuevo uso. Con ello se consigue mantener los recursos naturales, proteger el hábitat y economizar la energía, ya que se evitan varios pasos del proceso de fabricación.